Derivas del tiempo
En la era de la aceleración y la fugacidad, la idea de tiempo ha adquirido una relevancia significativa en nuestro cotidiano. Sin embargo, las imágenes ofrecen una ventana hacia un territorio infinito, eterno retorno, progresión lineal, donde los límites cronológicos se difuminan y el pasado, el presente y el futuro se entrelazan de formas inesperadas.
Georges Didi-Huberman argumenta que las imágenes tienen la capacidad de conectarnos con momentos pasados o futuros, permitiéndonos experimentar una temporalidad diferente a la linealidad del tiempo cronológico. Hace particular énfasis en que una vez frente a una imagen, estamos primero que nada ante el tiempo. Las imágenes parecen evocar una sensación de atemporalidad, permitiendo expandir, o incluso existir fuera de las limitaciones del tiempo lineal.
Nicolás Janowski, a través de su proyecto fotográfico, nos propone un proceso de construcción cartográfica, en donde el mapeamiento no busca representar visualmente un espacio determinado sino proyectar unas errantes derivas dentro de las dimensiones temporales de un territorio: Arabia Saudita. Navega sin rumbo en los límites del tiempo, como una minúscula partícula que luego de ingresar en la región del horizonte de sucesos de un agujero negro, contempla atemporalmente su entorno, generando así contratiempo, contratemporalidad.
Esta contratemporalidad implica entonces la capacidad de existir o actuar fuera de las limitaciones del tiempo lineal o de las convenciones temporales establecidas. No es la negación del tiempo, sino una abstracción para lograr una dislocación que permita a las imágenes consolidarse como hendiduras de la historia. En sus Tesis sobre la historia, Walter Benjamin, aborda la idea de que el pasado puede manifestarse en el presente de manera impredecible y sorpresiva. Este enfoque, que presenta un conjunto de momentos pasados fugaces y fragmentados que pueden resurgir en el presente resonando con nuevas interpretaciones y significados, nos lleva a posicionar a la idea del contratiempo como una potencial experiencia visual enriquecedora.
A través de sus imágenes, Janowski busca capturar instantes suspendidos y absorbidos en el contratiempo, yuxtaposiciones visuales que desafíen la linealidad histórica temporal para explorar escenas anacrónicas, donde elementos de diferentes momentos inconexos, convergen y coexisten en continua armónica tensión.
Este cuerpo de obra presenta espacios para una aproximación multidimensional, que abarca experiencias del pasado, presente y futuro en un solo territorio, que se revuelven, se dan vuelta, se revierten, o, para utilizar una palabra propia de la astronomía, se revolucionan.
A principios de mayo de 1543, Nicolás Copérnico revisaba y corregía la última versión de su obra más importante y que sería impresa ese mismo año, poco después de su muerte. De revolutionibus orbium coelestium -Sobre las revoluciones de las orbes celestes- presentaba la teoría heliocéntrica que rompía con el paradigma geocéntrico que había imperado por casi dos mil años. La obra versaba sobre la el movimiento de los planetas, esos astros errantes, vagabundos, cuyo movimiento en el cielo no podía explicarse con exactitud, ya que se compartan en base a un determinado patrón hasta que se revolucionaban, regresaban, realizando en un pequeño bucle hacia atrás, para luego sí continuar con su trayectoria original. Copérnico logró explicar estas revoluciones al mover a nuestro planeta del centro del universo, generando así lo que con el tiempo fue llamada la revolución copernicana, inicio de la revolución científica, y origen de un nuevo significado para la palabra revolución: cambio profundo en una estructura de poder.
Janowski encuentra sus contratiempos, espacios de revolución entre tres de las dimensiones temporales cronológicas. Sus fotografías, como planetas vagabundos, erran en la temporalidad, generando bucles que subvierten una posible narrativa acorde con nuestro tiempo. Giorgio Agamben menciona que “contemporáneo es aquel que mantiene su mirada fija en su tiempo para percibir, no sus luces, sino sus sombras”, y es así cómo Nicolás Janowski, con su particular contemplación del territorio, propone erráticas derivas visuales, inesperadas derivas del tiempo.
Diego Vidart
Artista y profesor asociado, Universidad Católica del Uruguay.